lunes, 10 de diciembre de 2007

Librow...

Un año con Schopenhauer” se convirtió definitivamente en uno de mis libros favoritos. Al leerlo, conocí cosas que no sabía, pero también fue muy entretenido. De esos libros que quieres continuar con la siguiente página y no detenerte.

Refiriéndome a la redacción, me gustó mucho que fueran dos historias completamente diferentes tanto en lo que contaban, como en la forma en que lo hacían. Y eso de que fuera un capítulo de la historia de Julius y Philip y el siguiente de la vida y obra de Schopenhauer, fue simplemente increíble y muy creativo por parte del autor, Irvin D. Yalom, quien es evidente que tenía un gran conocimiento sobre Arthur Schopenhauer al escribir el libro, fruto de una investigación previa, lo que hace a la obra mucho más creíble. Pero no es sólo esa parte del Episteme la que me llamó la atención, sino esa sensibilidad para crear una historia fantástica y relacionarla con la vida del filósofo alemán… sencillamente la trama es fenomenal.

Y ahora, refiriéndome al contenido, y primeramente a los personajes, Yalom crea grandes y bien identificables personalidades a cada uno de ellos, lo que puede hacer que el lector se identifique y esto resulta muy positivo.

Voy a profundizar sólo en el personaje que más me impactó; de quien me “enamoré” por completo fue de Philip, un personaje que me sorprendió totalmente por su carácter y su comportamiento: confundido, incontrolable, “automático”, egoísta al principio (antes de Schopenhauer); indiferente, insensible, duro después de leer al filósofo; y sensible, caritativo y amoroso al final de la historia.

Toda esta metamorfosis de Philip me maravilló, porque era la misma persona, la misma esencia, pero tan diferente de un momento a otro. Y como se menciona varias veces en el libro, sí es impresionante pensar que un filósofo con Schopenhauer haya podido curar y transformar para bien a alguien tan psicológicamente afectado como lo estaba Philip.

Pero me di cuenta que sólo fue una “cura” superficial; en realidad, Philip tenía como un espejo frente a él que ocultaba lo que en verdad sentía y pensaba, lo que en verdad era (con todos sus problemas de antes) y reflejaba solamente a Schopenhauer y lo que había hecho por él, que es lo que la gente veía. Pero si se retiraba el espejo, como sucedió casi al final de la historia, quedaba el verdadero Philip que necesitaba más que libros de filosofía para cambiar, necesitaba enfrentar lo que tanto tiempo lo torturó, además del contacto humano que implica sentimientos y emociones. Por eso Philip parecía tan “cerrado” y tan insensible, no quería quitar el espejo por temor a que descubrieran que por el contrario, era una persona muy sensible y que podían lastimarlo como le sucedió en la infancia.

Y esto nos puede ocurrir a cualquiera sin darnos cuenta o siendo concientes de ello, reflejando a alguien más que nos represente, a cosas materiales que poseemos o queremos poseer, a conductas y actitudes que no son esencialmente nuestras, etc. Siempre ocultando a quien verdaderamente somos por temor a lo que los demás nos puedan hacer.

Schopenhauer resuelve este problema apartándonos de la gente, del contacto humano que es el que nos hace sufrir. Sin embargo, yo difiero en este punto porque pienso que estamos vivos por alguna razón y además, somos seres sociales que necesitamos de los demás y los demás necesitan de nosotros. Es posible tal vez vivir como ermitaños, pero ¿acaso eso es vida? La vida es disfrutar, aprender de lo que nos rodea y no siempre es negativa; más bien, está en el punto medio y nosotros la calificamos de acuerdo a nuestras perspectivas. Y si sufrimos, entonces tenemos que enfrentar nuestros problemas como lo hizo Philip al final, no evadirlos y “encerrarnos” como Schopenhauer, porque eso no nos hace cambiar, sino sólo pone un espejo frente a nosotros.

Sin embargo, coincido con Schopenhauer en que “la vida no es más que el fugaz momento presente, perdido para siempre”. No conocemos lo que hay después de la muerte, es más, no conocemos siquiera lo que pasará en el siguiente segundo. Y de lo que pasó, sólo queda lo más trascendente; lo demás se pierde.

Este aspecto de la filosofía del alemán me sirvió mucho para asimilar lo que es la vida y “vivirla como para querer repetirla eternamente”, como se menciona en el libro. También hizo que concibiera una idea diferente de la muerte a la que tenía antes; es verdad que le tememos y por eso creamos historias, ritos, etc. alrededor de ella. Pienso que nunca se está preparado para morir, sin embargo, si vivimos plenamente, la muerte será sólo el cierre de lo que hicimos o logramos.

Finalmente, “Un año con Schopenhauer” es un libro excepcional que muestra no sólo aspectos del filósofo, sino va más allá, contando una historia maravillosa y retomando ideas de otras filosofías como la oriental y la de Kant. Yo lo recomendaría ampliamente porque es una obra que puede lograr quitar espejos y cambiar ideas.

Xtiane

No hay comentarios: